miércoles, 16 de noviembre de 2016

Sin Descanso en Buenos Aires: vuelven las fábulas a la Ciudad de la Furia

Como dijo Marc Augé, este viaje pudo ser una especie de "paréntesis sustancial de la identidad"; aunque al final ese paréntesis tuvo mucho de descubrimiento y re-afirmación. Así, puedo asegurar que, tal como te ha pasado a ti, fue un mágico encadenamiento de encuentros y resurrecciones esenciales, y "una fugaz ruptura con la alienación". Un paseo por la gran Patria o, por qué no, alrededor de nuestra querida gran nave espacial, es la vida viviéndose a sí misma, una plenitud sin manchas; el blues que todos debemos escuchar y el tango que todos tenemos que bailar.

Hoy, las imágenes vuelven con el sonido de la guitarra o el bandoneón. La magia persiste.


Porque, ¿Quién que no lo haya consumado, no ha querido hacer un viaje con su compañera cósmica?

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sábado, 16 de julio de 2016

Episodio Antonieta: Bocanada en medio de la historia de la cumbiera intelectual*

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Durante las clases de dramaturgia en la Universidad de las Artes las mañanas eran episodios claros, momentos lúcidos. Celebrábamos el fin de la primera etapa de taller, que había transcurrido felizmente entre Tenesse Williams y César Rengifo. Unos estudiantes habían preparado un pasticho para todos. Había bebidas, pasta seca y buen humor. La luz blanca entraba por los grandes ventanales y un grupo compacto de quince personas de diversa edad conversaba en tonos elegantes. Miradas cansadas, soñolientas, gestos de esperanza y yo, algo aburrido y con ganas de escribir; con la sensación de que esto no se podía acabar, y que éramos una amenaza para el sistema de esclavitud moderna por no estar cumpliendo un horario. En realidad, no quería salir de la biblioteca. Síndrome del Ángel Exterminador. Los flujos del tiempo, en ese amable cónclave de palabras precisas, ofrecían al mundo la respuesta al enigma del hombre en libertad.

De repente, escuché mi nombre. ¡Vincent! Voltee hacia le lugar de donde salió al llamado, pero no hubo confirmación, contacto visual. Un hombre de cabellos largos y grises aplastados bajo un sombrero café me había abordado preguntándome, con una ironía que era una forma de adulación, si yo era periodista. “¡Vincent, tráelo para acá, por favor!”, volví a escuchar. Había otro Vincent en el grupo. Era el joven acompañante de la chica que me parecía lo interesante del grupo. A ella le interesaba el cine, no le temía a las preguntas y sus labios, sí, me gustaban sus labios. Un día, en medio del ritual del café, intercambiamos datos, conectamos. Interés por las letras, pasión por el canto. El otro Vincent era un niño para esa hembra, pensé. Llevaban tiempo juntos. El chamo tocaba el bajo y ella cantaba. Les propuse poner las cuerdas de la guitarra y ya teníamos una banda en ciernes. Nos despedimos. Ella se alejó contoneando sus caderas bajo su falda, que era ligera y larga. Era temprano para hacerle el amor en un parque o bajo alguna sombra, pero supe que ella era de las que entrompan y aprietan.

Antonieta, desde el primer día, se escribió como personaje. Su mente se me revelaba como la lucha tremenda de una luz parpadeante en medio de una noche que había durado demasiado. En su mirada había un resabio, la presencia áspera de una vieja serpiente que le gustaba erguirse en los meandros de nuestra ciudad, paradisíaca y puta. Llevaba el nombre de Gina y los labios de Karenia, y aunque me inquietaba más lo primero que lo segundo, era una razón para ensayar la vieja prudencia. Pero su boca, y sus besos... No pude negarme. Entre el estira y encoge de la cumbiera intelectual, en esos intersticios de tiempo infinitos, hubo una historia, los episodios de alguien que supo escribirse en algunas páginas que expresaré con aproximada intensidad.

*Inicio de uno de los capítulos de la novela que viene...

domingo, 19 de junio de 2016

Después de la carne, el vino y el baile de las boleadoras, el cielo de la Pampa se abre

Ventanas luminosas en el cielo de la Pampa, al norte de Buenos Aires
"Me sentí uno conmigo mismo, en el centro, en mi propio centro. Gina estaba a mi lado pero podía no estarlo. Estaba confiado, internamente exaltado, seguro, conectado a esa historia, a ese universo. Gina y yo en Buenos Aires éramos como esos magos danzantes en el escenario, incansables, bizarros, eternamente jóvenes. Disfrutábamos de una hermosa y pasajera realidad, de un episodio tan divino como fugaz, aunque no me creerías, lectora, lector, si te digo cual fue, para mí, su verdadera duración"

Fragmento tomado del capítulo "La Pampa, el Agente, Danzas, Gauchos"

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sábado, 7 de mayo de 2016

Cómo y por qué escribí “Sin Descanso en Buenos Aires”

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Desde que publiqué Sin Descanso en Buenos Aires, el pasado diciembre, son varios los conocidos, amigos y amigas que me han hecho llegar sus críticas y comentarios, en general positivos y muy útiles; hasta he tenido la satisfacción de haber inspirado a una de ellas al desvarío laborioso de juntar frases y párrafos, con el propósito de crear un libro.

Tal cosa me causa satisfacción y me motivó a escribir estas palabras, con la idea de contar un poco cómo nació el proyecto de escribir el libro, el cual fue concebido como la bitácora del viaje que este servidor hizo a la ciudad de Buenos Aires con su ex pareja, entre el otoño y el invierno de 2011. Y lo primero que quiero contar tiene que ver con el por qué, con aquello que me inspiró a escribir, una pregunta clave que todo escritor debe hacerse antes de lanzarse a la aventura y cuya respuesta te dará el impulso necesario para acometer la tarea.

Lo segundo, tiene que ver con el género escogido para plasmar la experiencia, que en este caso fue la crónica, un factor que explicará por sí mismo algunos de los rasgos dominantes de un libro que, por otra parte y debido en gran medida a la libertad que otorga este género, por momentos incursiona en las formas del ensayo y, también, en algunos pasajes adquiere un tono ciertamente novelesco que viene dado por el espacio que dedico a mi acompañante y las situaciones que sobre nosotros develo en el transcurso de la narración.

Además, quienes hayan leído y quienes se atrevan a leer el libro, percibirán de inmediato su carácter autobiográfico, su aire de manifiesto personal y de pretexto para deslizar algunas ideas sobre la sociedad y el mundo en que vivimos, con cierto sabor crítico, en medio de la relación del itinerario intenso y agitado que vivimos como una pareja más de venezolanos que pasaron una semana bastante movida, idílica y mágica, en una ciudad considerada “extraña” por Julio Cortázar, quien también la llamó “ciudad del Bajo”.

Dicho esto, pasaré a responder la primera pregunta, la cual, recuerda, debes hacerte cuando quieras sentarte a escribir sobre cualquier cosa en cualquier género. Ya sé que escribes porque te gusta, por placer; para desahogarte o porque simplemente no lo puedes evitar. Mi sugerencia es que te hagas la pregunta si lo que quieres es sacar esas palabras a la luz. A medida que vaya desarrollando las ideas, iré comentando y respondiendo las críticas y comentarios que me han hecho recientemente. Entonces, ¿Por qué escribí Sin Descanso en Buenos Aires?

Cuando decidimos hacer el viaje a la ciudad del Bajo, estaba lejos de mí la idea de escribir un libro a partir de la experiencia. Lo que sí es cierto, es que un mes antes había empezado mi primer proyecto independiente en Internet. Tenía mi propia web de noticias, ya había creado mi blog personal, y generar mi propio contenido de opinión sobre el acontecer nacional y regional se venía convirtiendo en un hábito. De este antecedente, debo destacar que la web nació con el objeto de promover el periodismo de investigación; de promover el uso de la crónica como medio para informar de forma creativa y literaria sobre los hechos, y así, como periodistas, como artistas, quitarnos la máscara de la objetividad asumiendo que todos reflejamos indefectiblemente un punto de vista de la realidad.

Previamente, me venia documentando sobre la non-fiction, ese género híbrido que partía de la realidad pero que utilizaba los recursos estéticos de cualquier novelista, narrador o cuentista para crear sus textos. La cosa me parecía maravillosa, un género bárbaro; tal vez porque me sentía justificado en mi tradición de declinar la regla común, las rigideces de la academia, las formalidades, la tradición, etc., al tiempo que percibía unos aires singulares de libertad, donde la importancia del periodismo como oficio no contradecía la intención estética y la visión particular del escritor. Tenía libertad. Sí, libertad.

Antes y después del viaje, me tragué los clásicos de eso que se dio en llamar non-fiction: A sangre fría (Capote), Operación masacre (Walsh), Por la libre (García Márquez), entre otros libros obligatorios del género. Más adelante, pude constatar que muchos de mis artículos eran algo así como crónicas reflexivas. Empezaba echando un cuento, pintando una atmósfera, describiendo escenarios, planteaba diálogos; pasaba de la primera a la tercera persona y viceversa, divagaba un poco y, después, bien entrado el texto, entraba en la materia de mi reflexión. Cómo escuché decir mucho después a un gran escritor local-universal, “yo había empezado a escribir crónicas sin darme cuenta.”

Este factor fue clave en la idea que surgió, ya en Caracas, de escribir unas crónicas donde plasmaría mis impresiones sobre la aventura; un viaje que, como en el caso de Gina, era mi primer viaje al exterior, sin duda un factor que explica mi particular excitación con la experiencia, y el deslumbramiento con una ciudad que ya ocupaba un lugar especial en mi imaginario, tal como lo explico en las primeras páginas del libro. Y de ahí a la idealización, como me ha ocurrido también con libros y mujeres, solo hay un paso. Este factor es el que explica la euforia, y el hecho patente de haberme centrado en los aspectos positivos dignos de celebrar, de los cuales ya tenía referencia.

Dice mi amiga Vanessa: “da la impresión de que tus expectativas y suposiciones sobre Buenos Aires se cumplieron al 100%, nada te decepcionó gravemente, llegaste con una impresión de postal y sales con ella.” Efectivamente, el tiempo corto pero intenso de mi estadía en la ciudad, una visita que fue más la de un viajero que la de un turista; mi carácter de primerizo y el bagaje que ya llevaba sobre la tierra de mis íconos rockeros y literarios, neutralizó en parte la posibilidad de hablar sobre los aspectos oscuros de la ciudad. Con todo, el texto no está ausente de observaciones críticas sobre esa sociedad y su historia. De tal manera, mi deslumbramiento, como también lo dejo sentado al principio, fue mucho más allá del cliché de la fascinación “turística” por la carne, el vino, el tango y el obelisco. Eso sí se lo dejamos a las postales.

Tal vez, la idea de dejar testimonio del viaje haya surgido durante nuestro paseo por esas calles, ya embriagado de la atmósfera cultural, templada y vanguardista, de una ciudad monstruosa, en el amplio espectro de la palabra. Así, al final de cada jornada, abría la portátil, colocaba la fecha, y anotaba las palabras clave de los lugares que habíamos visto ese día. Al hacerlo, no sabía muy bien por qué lo hacia; o sí lo sabía, armaba un esquema básico que después me serviría para escribir el libro. Una vez aquí, la satisfacción sumada a una especial motivación, determinaron mi decisión de emprender la aventura. Instintivamente, ya adentrado en el mundo de la crónica, sabía que el viaje era el pretexto perfecto para dejar mi “declaración de principios”. Después lo supe: es algo que le ocurre a todo escritor novel. Estaba inspirado, motivado, al mismo tiempo cabreado, y quise gritarle al mundo lo que pensaba sobre algunas cosas.

Dice Vanessa: “narrativamente me hubiera interesado saber el antes y el después de la pareja, sobre todo porque se insinúa que el viaje antecedió al final de la relación”. Efectivamente, una de las cosas que trasluce la narración es el tema relación de pareja. Se asoma, tenuemente, una situación conflictiva, que no es el tema de la crónica, pero que se incorporó de forma natural a una narración que tiene cierto tono de “fin de ciclo”. Como documento, el libro refleja varios finales; uno de ellos, el de una relación de pareja. Esta es la razón, por la que algunos han visto rasgos de novela en una crónica de viaje que se permitió algunas libertades. Pero, como no se trata de una novela, da la impresión de que no hay “evolución en los personajes” o “profundidad en sus conflictos”, elementos clave en una novela pero que no tenían por qué estar presentes en este caso.

No deja de ser curioso que algunas amigas se hayan identificado con el personaje. No es el caso de Vanessa −digo yo− pero me día cuenta que desperté cierta curiosidad con el asomo de algunas situaciones que generaron cierto interés en el tema de nuestra relación. Que si la amaba, que si no la amaba; que si no la dejé hablar en el libro, que mi voz se impone a lo largo de la historia; que si aún la quiero, son inquietudes que surgen de un hecho claro: la crónica como género híbrido, que en este caso es también ensayo reflexivo y tiene, como he comentado, cierto aire de novela. Pero no es una novela. Con todo, el comentario es válido porque, ¿Por qué no haber desarrollado el conflicto entre los protagonistas, sus problemáticas existenciales y conflictos internos, con Baires como fondo? Hubiera sido perfectamente posible, pero el resultado hubiera sido otro, talvez una novela, ciertamente un libro más interesante, distinto de la propuesta cronológica, lineal aunque abundante en digresiones, que finalmente resultó. 

Otro factor importante durante la redacción del libro fueron las fotografías que tomé, que fueron más de cien por día. Junto al esquema, los recuerdos, las anotaciones que iba agregando y las reflexiones que “me iban llegando”, ahí estaban las fotos. Por esos días, dí en la red con la conocida entrevista que le hicieron a Cortázar en la Tv española, en la que este menciona un libro suyo poco conocido llamado “Buenos Aires, Buenos Aires”. Este fue producto de un conjunto de imágenes de la ciudad captadas por dos conocidas fotógrafas de la época, a las que el cronopio le añadió las letras. Así, al volver sobre las fotos de cada día, me transportaba de inmediato a aquella ciudad, como buenos cuentos cortos que son, aportándome una memoria secundaria que me permitió describir al detalle algunas escenas.

Agradezco lo del estilo literario limpio, directo y elegante. Lo cierto es que desde que plasmé la primera página, cada noche, muchas veces al llegar de la clase de yoga, oxigenado y en estado de plenitud, me sentaba y escribía al menos una página, a veces dos o tres; otras, ninguna, aunque siempre me permitía leer lo hecho hasta el momento, revisar, y deleitarme siempre con los recuerdos y la invasión de sensaciones. Escribir ese libro se convirtió en un acto lúdico, en un placer similar al de sentarse con amigos a conversar y beber vino mientras escuchas el mejor disco de Spinetta. Fue algo así; aunque más solitario, como imaginarás.

Con este arranque enérgico y feliz, factor clave para concretar todo proyecto literario o de cualquier tipo, lo demás viene por sus propios pasos, con el tiempo, la constancia, la palabra de aliento de algún amigo, la disciplina y, como ya intuías, el factor locura. Este es un ingrediente inestimable, siempre digno de los más caros elogios.


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Espero que estos desvaríos puedan servir de algo a mis lectoras (es), a todos aquellos que han empezado a escribir su “declaración de principios” o su “manual para una vida en libertad”, agradeciendo por los comentarios y críticas recibidas hasta ahora.

miércoles, 13 de abril de 2016

6 razones para publicar en Amazon y su nueva aplicación para promocionar el interior de tu libro

Fíjate en la parte inferior derecha de la imagen, donde están los íconos de las redes sociales, está la palabra "embed".
Cuando empecé a ver anuncios en Facebook y otros lugares que invitaban a publicar en Amazon, al principio creí que se trataba de la nueva estrategia de alguna editorial aventajada. Nada nuevo, me había dicho a mi mismo. Sin embargo, un día me tome el tiempo para leer sobre KDP (Kindle Direct Publishing), y sobre Create Space, luego de lo cual me dije: vaya, esto parece algo muy bueno, ¡Puedo autopublicarme!

Claro, cierta experiencia como bloguero y gestor de webs de contenidos diversos me facilitaría enormemente las cosas. No voy a decir que fue sencillo. Si manejas el idioma inglés, eso sí, el proceso será más fluido. Ocurre, que la red está repleta de webs gestionadas por gente inteligente y emprendedora que socializa sus experiencias y conocimientos, además de poner estos a la orden para todo aquel que desee profundizar en los detalles.

Hoy, a pocos meses de haber publicado “Sin Descanso en Buenos Aires”, mi primer libro auto-publicado en Amazon, debo decir que el universo de los autores “indies” es de una riqueza y calidad tremenda. En la Sociedad del Conocimiento el aprendizaje es permanente, pero en el mundo editorial en red, no solo aprenderás permanentemente sino que te verás involucrado en una comunidad gigantesca donde gozarás a lo grande haciendo y aprendiendo infinidad de cosas, conociendo gente y participando directamente de todo el proceso editorial producto de tu talento, que siempre es único y especial.

Es verdad, el objetivo de este artículo no es hablar del proceso de publicación en Amazon, cosa que prometo hacer en lo sucesivo; sobre todo porque puedes disponer de una serie de tutoriales magníficos que explican con pelos y señales lo que debes hacer para estrenarte como autor independiente. Con todo, siempre hay algo nuevo que aportar, algún tip interesante que puede resultar clave para el éxito de tu publicación. Entre los editores-escritores que ofrecen información valiosísima en sus webs, te recomiendo que leas completos los tutoriales de José Noguera, Berto López y Mariana Eguarás, donde encontrarás prácticamente todo lo que necesitas saber; el blog de Blanca Miosi, la autora más vendida en Amazon en idioma español, por cierto venezolana de origen peruano-japonés, no debes dejar de visitarlo.

Siguiendo a José Noguera, por ejemplo, podría citarte estas 6 razones de peso para publicar en Amazon, considerando que no es la única plataforma donde puedes auto-publicar tus libros:

- Amazon te lo pone todo muy fácil para publicar: si hablamos de E-books, es definitivamente así. No hay discusión. Todo es sencillo, intuitivo. Si sabes usar las redes sociales; si alguna vez has usado el correo electrónico para enviar documentos adjuntos, nada, publicar tu libro es casi tan sencillo como mandar un correo. Además, es gratis, incluyendo el imprescindible ISBN.

- Amazon te ofrece varios tipos de promociones para aumentar la visibilidad de tus libros: Kindle Unlimited, KDP Select, Kindle Countdown Deals y Kindle Matchbooks, los dos últimos solo disponibles −por ahora− en Estados Unidos. Usar racionalmente estas posibilidades, puede convertirse en la diferencia entre vender más o menos, en caso de que sea eso lo que quieras.

- Pagos puntuales: a diferencia del mundo editorial tradicional, que paga los derechos de autor una vez al año o cada tantos meses, Amazon te paga tus regalías mensualmente, como si fuera tu sueldo, que de hecho puede llegar a serlo tranquilamente.

- Puedes publicar tu versión impresa: Create Space, mencionado arriba, es la plataforma de Amazon para publicar libros impresos, también es gratis y funciona bajo demanda. Los libros (Paperback) quedan lo que se llama calidad y el sistema lo enlaza automáticamente con la versión digital. Noguera agrega que si bien los digitales venden mucho más que los impresos en el mundo de los autores Indies, la versión impresa no hay que tenerla siempre presente; debe ser protocolo, pues.

- Enfocado a autores independientes: En Amazon puedes codearte con los best sellers y convertirte eventualmente en uno de ellos. Amazon es una corporación, le interesa vender, expandirse. Así que, si en la categoría donde se ubica tu libro te encuentras con un García Márquez, una Matilde Asensi, Vargas Llosa o Blanca Miosi, no te preocupes, tú también escribes bien, tienes mucho que contar y puedes vender tanto o más que ellos.

- Un ecosistema monstruoso, impresionante: Dicen que 4 grandes corporaciones están dominando-dirigiendo algunos aspectos de la vida de los seres humanos del planeta tierra: Facebook, Google, Apple y Amazon. Con el lanzamiento de los dispositivos Tablets Kindle Fire hace un par de años, este universo se ha convertido en el sistema más grande y completo de venta de e-books del mundo. Fácil e intuitivo tanto para el que quiera vender libros como para el que quiera leerlos, la experiencia Amazon resulta altamente fluida (realmente saben vender), y satisfactoria.

Un último dato que vengo socializando en Twitter, del cual me enteré en la misma red social, y que confirmé en el blog de Blanca Miosi.

Como si esto fuera poco, y recomiendo leer los tutoriales que mencioné arriba, últimamente Amazon implementó una nueva función, ubicada en la página de venta de tu libro, que te permite copiar un código HTML, el cual pegarás en tu blog usando un Gadget-Widget, para poder así promocionar el 10% del contenido de tu libro desde tu propia web. Pero no solo eso. Como podrás ver en la columna de la izquierda de este blog, pegar el código significa que se verá la portada de tu libro, pero con tres botoncitos en su base: uno para comprar, otro para compartir, el último para leer parte de su contenido. Interesante herramienta ¿No te parece? Ahora, ¿Dónde copiar ese código?

En la página de venta de tu libro, del lado derecho, donde están los botones para comprar, enviar como regalo, añadir a una lista, etc., encontramos los pequeños íconos para compartir en las redes sociales; al final a la derecha, verás la palabra “embed”. Solo has click allí, copia el código que aparecerá, luego lo pegas en tu web como sugerí arriba, y listo.

Nos encontramos, nos seguimos.

jueves, 7 de abril de 2016

Para escribir ciencia ficción: Isaac Asimov

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En el espíritu de ofrecer a los lectores las reflexiones que sobre el arte-oficio de escribir han hecho los grandes del pensamiento y las letras, les dejo en esta oportunidad los consejos de Isaac Asimov, un auténtico monstruo de la escritura. Si estás proyectando una obra dentro del fascinante género de la Ciencia Ficción, es seguro, estas palabras te inspirarán.

"No hay fórmula mágica", deja claro Asimov desde el principio. Al contrario, convertirse en escritor de un género tan apasionante requiere, como toda profesión, de una preparación concreta; de una formación permanente, añadiría. Se trata, en primer lugar, de desarrollar tus habilidades y conocimientos linguisticos: vocabulario, ortografía, gramática, etc. Si no, ¿Cómo ser escritor de cualquier género? Esto se logra leyendo  mucho, a los maestros; leyendo a Asimov.

En segundo lugar. Como bien lo incorpora el nombre del género, debes saber sobre ciencia. Para esto, Asimov deja claro que no necesitas ir a la universidad y graduarte de astrofísico; pero si necesitarás estudiar la ciencia por tu cuenta, de acuerdo a tus inquitudes y preferencias: paradigma cuántico, tendencias tecnológicas, la era de la singularidad, etc.

Finalmente, si ya sabes redactar lo suficiente y te has convertido en un divulgador científico autodidacta (la internet ayuda bastante; imaginemos a un Asimov formándose en la era de la red de redes), te quedaría solo aprender los trucos y convenciones del género. Uno de ellos: "entretejer el medio ambiente con la trama."

*   *   *

A menudo recibo una carta de algún joven afanoso, aspirante a escritor, que me pide algunas “sugerencias” sobre el arte de escribir ciencia ficción.

Tengo la sensación de que estos jóvenes piensan que debe de existir alguna fórmula mágica que los profesionales mantienen celosamente en secreto, pero que yo, como soy tan buen tipo, voy a revelar.

Lo siento, pero no hay tal cosa, no hay fórmula mágica, ni trucos secretos, ni atajos escondidos.

Lamento tener que decir que es cosa de mucho trabajo durante largo tiempo. Si conoces algunas excepciones a esta regla, se trata precisamente de eso: excepciones.

De todas maneras, hay algunos principios generales que, según mi modo de ver, podrían ser útiles. Son éstos:

Tienes que prepararte para una carrera exitosa de escritor de ciencia ficción de la misma manera que lo harías para cualquier otra profesión altamente especializada. Primero tienes que aprender a usar tus herramientas, tal como un cirujano debe hacerlo con las suyas. La herramienta básica para cualquier escritor es su lengua, lo que significa que debes desarrollar un buen vocabulario y refrescar tus conocimientos de cosas tan prosaicas como la ortografía y la gramática.

El vocabulario está por encima de toda discusión, pero puede ser que pienses que la ortografía y la gramática son cosas superfluas. Después de todo, si escribes una historia brillante y espléndida, seguramente el jefe de redacción estará encantado de corregir tu ortografía y tu gramática. ¡No es así! No lo hará.

Además, te lo dice un veterano, si tu ortografía y tu gramática son desastrosas, no puedes escribir una historia brillante y espléndida. Quien no sabe usar la sierra y el martillo no fabrica muebles magníficos.

Aun si fuiste aplicado en el colegio, desarrollaste tu vocabulario, sabes deletrear “sacrilegio” y “sobreseer” y nunca dices “entre tú y mí” o “me se ocurre”, eso no basta. Están también la estructura sutil de la oración y la construcción estilística del párrafo. Está el entrelazamiento inteligente de la trama, el manejo de los diálogos y miles de otros enredos.

¿Cómo hacer para aprender todo eso? ¿Leyendo libros sobre cómo escribir o asistiendo a clases  o conferencias sobre el tema? Todo ello tiene valor inspirativo, sin duda, pero no va a enseñarte lo que realmente quieres saber.

Lo que sí te lo enseñará es la lectura detenida de los maestros de la prosa. Esto no significa que te obligues durante años a quedarte dormido sobre aburridos clásicos: los buenos escritores son invariablemente fascinantes, ambas cosas van juntas. A mi juicio, los escritores en lengua inglesa que hacen el mejor uso de la palabra justa en el momento preciso y que arman sus oraciones y párrafos con la mayor habilidad y estilo son: Charles Dickens, Mark Twain, y P.G. Wodehouse. Léelos; también a otros, pero con atención. Ellos son tu escuela.

Observa lo que hacen y trata de explicarte por qué lo hacen. No sirve de nada que te lo explique otra persona. Hasta que tu mismo no lo veas, no habrá nada que pueda ayudarte.

Pero supongamos que a pesar de tus esfuerzos no terminas de aprender. Bueno, puede ser que no seas escritor. No es una desgracia. Siempre te queda la posibilidad de dedicarte a alguna profesión ligeramente inferior, como la cirugía o la presidencia de Estados Unidos. No será lo mismo, por supuesto, pero no todos podemos ascender a las alturas.

En segundo lugar, para llegar a ser un escritor de ciencia ficción no basta con conocer la lengua, también hay que saber de ciencia. Puede que no quieras hacer mucho uso de la ciencia en tus historias, pero de todas maneras tendrás que conocerla, para que lo que utilices esté bien utilizado.

Esto no significa que tengas que ser un científico profesional o licenciado en una carrera de ciencias. No necesitas ir a la universidad. Pero sí significa que tienes que estar dispuesto a estudiar ciencia por tu cuenta, si tu educación formal fue débil en ese aspecto.

No es algo imposible. Uno de los mejores escritores de ciencia ficción “dura” es Fred Pohl, que ni siquiera terminó la secundaria. Por supuesto que hay muy poca gente tan brillante como Fred, pero puedes escribir mucho peor que él y todavía ser bastante bueno.

Afortunadamente, ahora se publica mucha más ciencia de divulgación de buena calidad que en las generaciones anteriores, y puedes aprender mucho, con bastante poco esfuerzo, si lees los ensayos de algunos autores de ciencia ficción como L. Sprague de Camp, Ben Bova y Poul Anderson, o incluso Isaac Asimov.

Más aun, los científicos profesionales están escribiendo ahora también eficazmente para el público, como lo testimonian los magníficos libros de Carl Sagan. Y siempre está la revista Scientific American.

En tercer lugar, aun si sabes ya bastante de ciencia y también has aprendido a escribir, todavía no es seguro que puedas sacar algo coherente de ambas cosas a partir de tus borradores. Deberás convertirte en un lector diligente de ciencia ficción para aprender las convenciones y los trucos del oficio como, por ejemplo, entretejer el medio ambiente con la trama.

Tomado de SinJania.Com

viernes, 25 de marzo de 2016

Llegada, primeras vueltas, Luis y la Catedral del Tango

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Buscando un taxi apareció Luis, quien parecía un chef italiano, de cachetes inflados y nariz aguileña, algo panzón, pero enérgico y muy dinámico. El frío ya se hacía sentir amenazando penetrar las pieles. Le eché el cuento, me anime a decirle que veníamos de Venezuela y que era nuestra primera vez en Buenos Aires. Me dijo en esos segundos que conocía Venezuela, que había vivido allí, y haciendo una breve pausa para hacer memoria pero sin dejar de hablar, nos dijo “Sabana Grande, sí, allí viví unos años”. Nos sugirió lo mismo que Lucas pero con menos palabras. Estuvimos de acuerdo. A mí me pareció un buen tipo, natural, sin sinuosidades, familiar, muy conversador ¡No paraba de hablar!

   Discurriendo sobre la furia de nuestra ciudad y sus crónicas rebeldes, aproveché de obsequiarle uno de los dos ejemplares que me llevé de mi libro, que había sido publicado un par de meses antes. Luis tuvo un gesto de aprecio sincero y de sano interés en su lectura, pero seguía manejando. Llenos de expectativas, de una ansiedad moderada por el cansancio, le comentamos a Luis el itinerario que teníamos para conocer algunos íconos de la ciudad. Teníamos algunos en mente gracias a algunos roqueros argentinos, TeleSur y la internet: La torre Kavanah, el Palacio Barolo, la Av. Corrientes, los teatros, la 9 de julio, los cementerios. Cafés, lugares, palacios y monumentos. Luis habló con propiedad. Nos hizo recomendaciones. Cuando le hablamos del Café Tortoni nos dijo que tomar un café ahí costaba lo que un almuerzo completo en otros lugares, que si era un sitio histórico y tal pero que el lugar a donde van los argentinos a tomar café no era ese. Ese dato no lo cogí y el Tortoni fue una de nuestras paradas obligadas en la Avenida de Mayo. Si pude notar el carácter de clase o, mejor, el aura o connotación que algunos sitios parecían tener desde una visión más local, política, popular. Intuí, también, que más allá de la reputación que adquirieron algunos locales de tradición, Baires tenía más que eso y mejor si caminan muchachos porque Baires tiene mucho más que ofrecer.

   Esto último lo comprobé al tocar el tema de los shows de tango, que los había para todos los gustos, clases, inquietudes, veleidades y caracteres. El Luis mostró simpatía por la Casa Gardel y nos la recomendó de corazón, pero enfatizando más aquellos lugares, las Milongas, donde se pueden disfrutar de los auténticos cantantes del género, verdaderos trovadores de la noche porteña. Si existía un Señor Tango, Luis prefería la Catedral del Tango, esa era su opción y la defendía enérgicamente, como quien da el dato pa la última carrera. Aquel era una Tanguería, este era una Milonga. Eran contrastes, económicos, estéticos -no sé si hasta culturales y políticos pero casi seguro que sí- y había además, me parece, cierto interés en protegernos de alguna noche onerosa. Claro, le habíamos comentado sobre nuestras limitaciones en cuanto a efectivo. Éramos unos primerizos en Buenos Aires, la hermosa, la grande.

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