domingo, 19 de junio de 2016

Después de la carne, el vino y el baile de las boleadoras, el cielo de la Pampa se abre

Ventanas luminosas en el cielo de la Pampa, al norte de Buenos Aires
"Me sentí uno conmigo mismo, en el centro, en mi propio centro. Gina estaba a mi lado pero podía no estarlo. Estaba confiado, internamente exaltado, seguro, conectado a esa historia, a ese universo. Gina y yo en Buenos Aires éramos como esos magos danzantes en el escenario, incansables, bizarros, eternamente jóvenes. Disfrutábamos de una hermosa y pasajera realidad, de un episodio tan divino como fugaz, aunque no me creerías, lectora, lector, si te digo cual fue, para mí, su verdadera duración"

Fragmento tomado del capítulo "La Pampa, el Agente, Danzas, Gauchos"

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